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NUESTRO PROGRAMA:

El programa cultura y género de Runa tiene como finalidad la promoción de políticas públicas que reconozcan el papel crucial de la cultura en pro del desarrollo sostenible. Para lograrlo, nos hemos propuesto los siguientes objetivos:

  1. Lograr que la intervención cultural se desplace de "la situación marginal" en que se encuentra, hacia el núcleo donde se toman las decisiones políticas. Esto significa ampliar el concepto de "cultura" más allá de las artes y el patrimonio; así como evolucionar de la noción estática de una cultura inalterable hacia una aceptación de la diversidad dinámica que se refleje en las actitudes individuales y colectivas.
  2. Estimular la reflexión acerca de los modos de ampliar los marcos de política cultural, la formación de capital humano y diseño e implementación de políticas culturales, y
  3. Mejorar la gestión y administración en el seno de y para, las instituciones culturales.

Todo lo cual se alcanzará a condición de ampliar, reconsiderar y revitalizar las políticas culturales, movilizando la información existente y socializando los conocimientos que faciliten la elaboración de marcos de política más amplios y fortalezcan el potencial local. En tal sentido, RUNA asume la responsabilidad de desempeñar el papel de un observatorio que intentará acercar a las instituciones con el estudio, la documentación y fomento de las políticas culturales.

La consecución de esta finalidad está basada en tres ejes:

  • Eje 1: Seguimiento, recolección y difusión de información sobre políticas culturales, así como creación de vínculos (redes) entre los actores sociales (grupos culturales, individuos, comunidad de investigadores, tomadores de decisiones políticas) de dicho campo.
  • Eje 2: Servicios para la creación de recursos humanos, generación y/o refuerzo de capacidades entre los actores comunitarios de las políticas (entidades públicas: ministerios, organismos públicos descentralizados, gobiernos locales; y privadas: organizaciones no gubernamentales, colegios, institutos, fundaciones, etc.).
  • Eje 3: Refuerzo de la promoción y de la reflexión sobre las políticas culturales para el desarrollo.
     

¿Qué es el desarrollo cultural?

Definido provisionalmente, el concepto de cultura abarca el modo en que conviven, se relacionan y cooperan, las colectividades que habitamos el mundo (Mc Kinley), también abarca, y esto es de veras interesante, la manera en que todas esas  comunidades justifican ante el entorno inmediato su visión del mundo, con la ayuda de un sistema de creencias, valores y normas propios. Además son los factores culturales los que determinan el bienestar humano (Pattanaik), en el marco de un sistema general de orden político y social (participación en la vida política y comunitaria, o la ausencia de discriminación) así como reflexivo y estético (producción simbólica).

Tal y como lo afirma la UNESCO, es un hecho que las iniciativas de desarrollo que ponderan de forma lineal el aspecto económico tienden al fracaso, porque tienen poco o nada en cuenta el factor humano, la complejidad de las relaciones sociales, las creencias, los valores y motivaciones que son el corazón de toda cultura. Entonces resulta necesario trabajar desde el campo cultural, no como un instrumento, sino como una inversión ineludible en la base social que nos permitirá lograr los fines del desarrollo sustentable.

Por ello entendemos el desarrollo de manera general como un estado de bienestar donde el sujeto está rodeado de las condiciones que le permiten realizar sus aspiraciones, pero afirmar eso es tan general que debemos precisar algo más para reconocer en ese desarrollo sus aspectos culturales, lo que podría caracterizarse en ser el portador de un "socius" donde se cumplen de manera pertinente funciones políticas y sociales tales como:

  1. La seguridad personal/ciudadana (en especial, respecto a las acciones invasoras del Estado y de otras entidades).
  2. La participación en la vida comunitaria y política (capital social).
  3. La inmunidad frente a la discriminación por raza, sexo, edad u orientación sexual, y
  4. La capacidad para vivir sin avergonzarse por la posición propia que se tenga en la sociedad.

Asimismo, funciones intelectuales y estéticas tales como:

  1. La capacidad intelectual para afrontar los problemas de la vida (resiliencia individual y comunitaria)
  2. La realización intelectual mediante la contribución al conocimiento humano, y
  3. La realización estética mediante la expresión de las facultades creativas o la participación en acontecimientos estéticos (acceso a los bienes y servicios de la producción simbólica).

Como efecto, la cultura es la parte fundamental de nuestra visión del mundo –como acabamos de ilustrar- pero como causa, da lugar a cambios inimaginables de actitud que garantizan, por ejemplo, la paz y el desarrollo sostenible, o simplemente para mantener con vida el planeta. En otras palabras, es urgente que la dimensión cultural del desarrollo se enfoque en la producción de una nueva subjetividad que permita replantear nuestras relaciones con el entorno en una serie de campos, como la debacle medio ambiental, el calentamiento global; lo mismo que el peligro inminente que implican los tratados de libre comercio y la explosión de los mercados, sobre la depredación muchas veces irreversible de nuestras reservas culturales.